Ahí, donde las dinámicas del poder y la sobrevivencia pugnan por invisibilizar al individuo, validando su existencia a razón de su consumo y entrega de su fuerza de trabajo, Nuria Cano nos lanza una mirada telescópica a tres niveles: como parte de un colectivo que dinamiza el entorno y lo echa a andar; en su insularidad con estampas de su cotidianidad; y su segmentación tanto visceral -reflejo somático del rictus de vida y la emocionalidad- como iconográfica. Sirviéndose de técnicas variadas sin restricción (óleo, acuarela, instalación, recortables, pegatinas), y que terminan por estimular un ejercicio de autorreconocimiento en el espectador.